México: entre libertad de expresión y represión

Justine Rodier, Traducido por María Alejandra Paixão
4 Février 2016



En un país donde el gobierno se ha mostrado varias veces como represivo, es riesgoso aprovechar la libertad de expresión. Víctima de dicha represión, un estudiante mexicano de unos veinte años, le cuenta al Journal International.


Crédito DR
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Cada año, la noche del 15 de septiembre, la independencia de México es celebrada con reagrupamientos en todo el país. En esta ocasión, el Zócalo, la plaza central de la capital mexicana, recibe al presidente, quien homenajea en su discurso a los grandes héroes mexicanos, considerados los padres de la patria y de la independencia. Sin embargo, este año – así como el pasado – hubo mensajes que circularon en las redes sociales, llamando a los ciudadanos a no reunirse en el Zócalo. El objetivo era hacer que la plaza central se vaciara, y así hacerle ver al presidente Enrique Peña Nieto el descontento de la mayoría de los mexicanos.

Seis estudiantes se atreven a tomar medidas

Crédito DR
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En un país en el cual el presidente suele demonstrar una fuerte autoridad hacia sus ciudadanos, no es fácil decir en voz alta lo que se piensa en voz baja. Sin embargo, pese a los riesgos incurridos en sus protestas, estos seis estudiantes se atrevieron y se lanzaron. Luisa, la única chica entre los seis, afirma severamente: “Estamos en desacuerdo con este gobierno que asesina todos los días a estudiantes, mujeres y niños. ¡Los mata de hambre, por falta de cuidados médicos!” Rodrigo explica: “Éramos seis jóvenes de veintitantos años. Habíamos decidido manifestar cerca de tres semanas antes del 15 de septiembre, por lo que no estábamos muy organizados”. En sus casas, los estudiantes prepararon seis pancartas sobre las cuales se leían las sílabas “Pe-ña A-se-si-no”. Más allá de preparar este fuerte y osado mensaje, no habían planeado nada más. Improvisarían una vez en el lugar.

“Fue un momento muy duro para nosotros, porque claramente conocíamos el riesgo, y sabíamos lo que podría pasar. Conocíamos la política de Peña, y sabíamos que su gobierno es represivo y a veces violento. El año pasado, secuestraron a 43 estudiantes, y aún no sabemos dónde se encuentran. Es precisamente por esto que debemos levantar nuestras pancartas, ya que es contra toda esta represión que queremos protestar” se desahoga Rodrigo. El miedo de estos seis adultos se acentúa al saber que los policías están camuflados en civil, para evitar posibles “desbordamientos”. Rodrigo afirma: “¡Están por todos lados! ¡Son personas como tú o como yo, pero bajo las órdenes del gobierno!”

Después de un “Viva Allende” por parte del presidente, la multitud grita varias veces “¡Fuera Peña! ¡Fuera Peña!”. Se logra oír a alguien gritar “Asesino”, para luego reanudar los “¡Fuera Peña!”.

“A ellos les sorprende, porque están acostumbrados a que todo está bien, como en una novela, la gente es pagada para gritar ‘Viva el presidente Peña’ y son esas las imágenes que dan la vuelta al mundo. ¡Los sorprendimos!” confía Rodrigo. Rápidamente, se instaló el tumulto y se hizo entender la algarabía. A lo lejos, las personas se corrían para que otras pudieran abrirse paso hasta donde estaban los estudiantes – “nos buscaban porque levantamos las pancartas”.

La huída

Pedro explica cómo los seis compañeros vieron a las autoridades acercarse a ellos. “Rápidamente vimos que nos buscaban, tenían linternas de bolsillo y venían hacia nosotros, atravesando la multitud. Tiramos rápido las pancartas al suelo y nos fuimos corriendo”. Los estudiantes se escaparon, apoyándose los unos a los otros. Fue la consigna que se dieron algunos días antes: nunca separarse, quedarse juntos. Pedro era el último de la fila y se mantuvo unido al resto del grupo por un brazo, mientras levantaba su celular con el otro para filmar toda la escena.

Ilegalmente detenido

“Nuestra protesta fue legítima y pacífica. Perdimos a uno de nuestros compañeros. La policía nos persigue”. Captura de pantalla Twitter
“Nuestra protesta fue legítima y pacífica. Perdimos a uno de nuestros compañeros. La policía nos persigue”. Captura de pantalla Twitter

“Necesitamos saber dónde está nuestro amigo Pedro, estudiante de quinto semestre de derecho”. Captura de pantalla Twitter
“Necesitamos saber dónde está nuestro amigo Pedro, estudiante de quinto semestre de derecho”. Captura de pantalla Twitter

Pedro sigue con su historia. “No sabía quiénes eran todas esas personas. Todos estaban de civil, todos los individuos con los cuáles traté estaban de civil”. De repente, a este joven de apenas unos veinte años se le entrecorta la voz y le cuesta contar lo que le pasó. Fue hace menos de veinte días, y es la primera vez que vuelve a hablar de aquella noche. Prosigue: “Todo pasó muy rápido, me bajaron la cabeza para que no viera nada, ni sus rostros, ni el lugar en el que estábamos”. Pedro sentía su celular vibrando en el bolsillo de su jean, pero le era imposible contestar, ya que sus manos estaban forzadas detrás de su espalda.

“Hubo un momento en el que pude atraparlo y llamé a Rodrigo, menos de 15 segundos. Le dije que cinco mujeres me habían agarrado, que no sabía dónde estaba y que me iban a agarrar mi teléfono. Después, ellas me arrancaron el celular”.

“Ellos no le dieron tiempo de decirnos a dónde lo estaban llevando. Por esto, sigue considerado como desaparecido. Exigimos que nos lo presenten sano y salvo. ¡Inmediatamente!” Captura de pantalla Twitter
“Ellos no le dieron tiempo de decirnos a dónde lo estaban llevando. Por esto, sigue considerado como desaparecido. Exigimos que nos lo presenten sano y salvo. ¡Inmediatamente!” Captura de pantalla Twitter
“¡Dinos qué está pasando! Me acaba de decir que lo llevan cabeza abajo, ¡que hay seis mujeres llevándolo! ¿A dónde te están llevando? Acaba de colgar, es un amigo nuestro, lo acaban de secuestrar. Queremos que lo suelten inmediatamente”. Esta corta llamada ayudó mucho a los otros cinco estudiantes. Desde ese entonces, sabían que Pedro estaba en una mala situación. “Antes de esto, había contactado a ciudadanos muy influyentes de la sociedad civil. Les había pedido estar atentos y listos a ayudarnos si las cosas terminaban mal. Después de la llamada de Pedro, les advertí inmediatamente, y ellos divulgaron la información en las redes sociales. Y ya que son bastante seguidos en Internet, la desaparición de Pedro se difundió rápidamente”, revela Rodrigo.

“Durante la penúltima llamada, Pedro dijo que lo llevaban con cinco mujeres, cabeza abajo. Durante la última llamada, otro tipo contestó”. Captura de pantalla Twitter
“Durante la penúltima llamada, Pedro dijo que lo llevaban con cinco mujeres, cabeza abajo. Durante la última llamada, otro tipo contestó”. Captura de pantalla Twitter

Por más que Pedro sospechara que sus secuestradores estaban actuando para el gobierno, nunca supo oficialmente con quién estaba tratando. Su detención no fue ni legal ni dentro del marco de las reglas del derecho. “Estaba totalmente desconectado de todo, no sabía dónde estaba ni qué hora era. No sabía lo que ellos iban a hacer, cuánto tiempo me iban a dejar, ni hasta cuándo”. Pedro no reveló mucha más información. Sin embargo, agregó que fue detenido en una pequeña camioneta. Algún tiempo después, el Journal International se enteró, a través de Rodrigo, que durante su cautiverio, Pedro habría recibido golpes y habría sido víctima de maltrato físico. Después de varias amenazas violentas, también habría sufrido agresiones verbales y psicológicas. Hoy en día, sigue muy traumatizado por lo que vivió. Después de haber retirado la venda de sus ojos, el pánico se volvió a adueñar de sus sentidos. No sabía dónde estaba, y las calles estaban desiertas. “Tenía miedo de cruzarme con alguien, fuera quien fuera, me hubiera dado miedo. Traté de caminar en sentido contrario a la dirección de donde venía el automóvil. Quería volver a trazar el trayecto al revés, para poder encontrar mi celular que ellos habían lanzado por la ventana, lo necesitaba: no sabía dónde estaba ni qué hora era”. Al cabo de un cierto tiempo, Pedro por fin encontró su teléfono. Eran más de las cinco de la mañana. El joven inmediatamente llamó a alguien de confianza, antes de contactar a Rodrigo, para que fuera por él.

Sano y salvo gracias a las redes sociales


“Confirmación: Pedro está a salvo, está bastante estresado y le pidió a una amiga cercana que fuera a recogerlo. Por ahora no quiere ver a nadie, ni que nadie lo llame” Captura de pantalla Twitter
“Confirmación: Pedro está a salvo, está bastante estresado y le pidió a una amiga cercana que fuera a recogerlo. Por ahora no quiere ver a nadie, ni que nadie lo llame” Captura de pantalla Twitter
Desde que Rodrigo y los otros cuatro estudiantes se dieron cuenta de la desaparición de Pedro, se movilizaron para hacer circular la información en las redes sociales. Los mensajes de alerta se difundieron rápidamente gracias a las conexiones y los compartir de los usuarios de la red. “¡La foto de Pedro se propagó y la noticia hizo escándalo en tan solo unos minutos!” me explica Rodrigo. “Sabíamos que eso podría salvarle la vida. Son violentos y represivos, pero no son idiotas, saben muy bien que con tantas personas al tanto ya no son discretos. Eso los frena fuertemente, corren el riesgo de tener complicaciones políticas enormes”. Es así como desde el metro, con sus celulares y un poco de 3G como única arma, los cinco amigos se aferraron lo más posible a la presión mediática.

Hidalgo, la parada de metro más cercana a la plaza central, fue un lugar estratégico para los cinco jóvenes. La casi totalidad de la multitud se fue en metro. La estación estaba llena; nada podía pasarles quedándose ahí. Más tarde, los estudiantes se separaron en tres grupos y se fueron a la casa de tres de ellos. “Teníamos que irnos para distraer a los medios”, me confía Rodrigo. “Una vez en nuestras casas, tuvimos mucho trabajo, recibimos muchas llamadas de amigos y familiares, ¡tuvimos que avisarle a mucha gente! ¡Sin contar todos los mensajes erróneos que aparecieron en las redes sociales, diciendo que Pedro estaba bien y que sólo se había perdido!”

“Durante todo ese tiempo, todos estuvimos muy mal, muy nerviosos, estresados” se acuerda Rodrigo. “Yo me sentía horriblemente mal, no conocía a Pedro desde hacía mucho, tenía miedo por sus padres, ¿qué iba decirles? Una cantidad infinita de preguntas te atraviesan el espíritu”. Pese a sus emociones, y durante toda la noche, los jóvenes siguieron enviando mensajes y entreteniendo a las redes sociales. “No sé si decir que todo el buzz mediático le salvó la vida, porque no sé si ellos estaban dispuestos a quitarle la vida. Es una posibilidad… Lo que sí es seguro es que, sin toda la difusión, las consecuencias hubieran sido mucho peores para Pedro”.

Su historia permite entender más en detalle el estado de represión presente en México, dónde 43 estudiantes aún siguen desaparecidos desde hace más de un año. El gobierno sigue siendo el principal sospechoso en este caso. Una profesora de relaciones internacionales nos confía: “Desafortunadamente, la represión en nuestro país se facilita por la presencia de otros defectos en nuestro sistema; es más fácil secuestrar a alguien ilegalmente y luego echarle la culpa a las mafias o a los narcotraficantes”.

“Realmente es muy, muy fuerte, y sé que me acordaré durante toda mi vida”. Más de un mes después de su secuestro, Pedro sigue hoy en día muy traumatizado por los eventos. A pesar de esto, desde ese entonces, volvió a tomar parte en movimientos sociales y manifestaciones. Como él, varios ciudadanos están convencidos que existe la posibilidad de un mejor sistema para el país. Para ellos, la movilización es importante, al igual que hacerse escuchar, pese a los riesgos que conlleva esta lucha constante.

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