Estados Unidos: un veterano de la guerra de Afganistán revive su experiencia (2/2)

Marine Mulcey, traducido por María Alejandra Paixão
7 Mars 2015


El 31 de diciembre de 2014, después de trece años de enfrentamientos, la OTAN pone fin a su intervención en Afganistán para dejar paso al ejército afgano. La guerra de Afganistán, fue mucho menos mediatizada que los combates en Irak, pero fue parte igual de la “guerra contra el terror” del gobierno Bush, y dejó cerca de 90 000 muertos, de los cuales 2356 son soldados estadunidenses. Ésta era, al comienzo, una réplica a los atentados del 11 de septiembre. Y aunque hayamos escuchado algunos testimonios de miembros de la oposición o de víctimas sobre la guerra, raros han sido los soldados que han hablado sobre esto. Sean, 31 años, cursa actualmente su último año de licenciatura en geografía en la universidad de Oregón. Veterano de la guerra de Afganistán, donde vivió entre los años 2006 y 2007, revive su experiencia. Entrevista.


Créditos: Sean
Le Journal International: Voy a cambiar completamente de tema y enfocarme en ti otra vez. ¿Qué era lo que más sentías cuando estabas allá? ¿Aburrimiento? ¿Miedo? ¿Tristeza?

Sean: Mucha gente describe el hecho de ir a la guerra como horas o meses de aburrimiento, sacudidos por algunos minutos de terror. Y yo estoy de acuerdo con eso en ciertos aspectos. Es verdad que nos aburríamos muchas veces, ¡pero yo estaba con un grupo de chicos con los cuales me divertía! Nos hacíamos bromas, nos disfrazábamos en Halloween, jugábamos. Yo tenía miedo cada vez que nos íbamos de la base. Porque nos atacaban con cohetes de 70 mm de diámetro, nos disparaban pero no eran muy precisos. Lo único que hacen es pegar la metralleta a un minutero, éste se apaga, ellos huyen y el cohete se dispara. Es escalofriante. Una vez, aterrizó justo donde estaba este árbol (me muestra un árbol a dos metros de distancia), pero afortunadamente había una diferencia de altura y la explosión ocurrió en el aire en lugar de descuartizarme. Si se sobrevive, es cómico. Se puede bromear sobre eso. Y los momentos de miedo, hay que aceptarlos. Por ejemplo, yo estoy aquí, en Afganistán, fui formado durante dos años para ser un soldado, y es por eso que estoy aquí. Me puedo morir, puedo quedar paralizado, puedo quedar con no sé qué, pero no puedo hacer nada. Aceptar, ¿qué más se puede hacer? Vas a trabajar y a hacer lo que tienes que hacer. Si te forman bien y tienes un buen grupo de personas alrededor tuyo, eso es lo que sucede, solo vas a trabajar. Y, en lo ideal, ninguno de tus hombres resulta herido, todos los hombres del otro bando resultan heridos, y se acaba la jornada de trabajo. Más o menos. Tienes miedo, pero en cierto sentido tienes que aceptarlo. 
 

JI: ¿Puedes contarme sobre la vez que los atacaron de noche?

Sean: Sí, bueno, ya ves, es un buen ejemplo de ese tipo de actitud. Fue el 13 de mayo de 2007, el día de la Madre (en Francia), yo estaba volviendo de nuestra estación informática, estaba hablando con mi, no sé, esposa, bueno, ex esposa hoy en día. Estaba volviendo al cuarto y los chicos estaban jugando cartas, viendo películas. Y mi amigo estaba durmiendo, porque tenía un turno y quería descansar antes de ir. Y yo entré, puse mis cosas, y enseguida oímos “ta ta tatatata” (imita una metralleta), y ya estamos acostumbrados a eso porque a los guardias de seguridad afganos – los tipos de los que te hablé – les gusta desatarse y disparar. Entonces, estábamos acostumbrados a eso, pero después oímos un “Boom” (imita el sonido de una explosión), y eso es una RPG (granada propulsada por cohetes – lanzacohetes), es un sonido diferente, no es bueno. Entonces, todos comenzamos a agarrar nuestras cosas, entendimos que estábamos siendo atacados. Voy a despertar a mi amigo, lo sacudo del pie. Y él me mira, mira su reloj y me dice What the fuck? y justo después, otra RPG retumba. Y me dice “Ooooooh, ya entendí”. Agarró sus cosas y salimos. Cuando atravesé la puerta, otra RPG retumbó en el edificio de  enfrente, fue la segunda vez que viví una explosión. Estaba cubierto de pedregullo y toda la cosa, pero nada, ni un solo raspón. Después, nos fuimos hacia el otro lado y establecimos nuestra pequeña zona de tiros al muro, y ahí es donde te pones en línea y disparas de vuelta. Después, nos llegó una cobertura aérea y los talibanes comenzaron a batirse en retirada. Recogimos los cuerpos. Cada vez que matas a alguien, tienes que recoger los cuerpos y después se los das a cualquier pueblo para que ellos puedan enterrarlos. Y recuperamos cuerpos durante todo el día. 
 
El estado del camión de Sean después de su explosión sobre una mina anti-tanques

JI: ¿Así que lograste salir poco herido antes del “big one”?

Sean: Si, pasé por cinco explosiones. Y no me fue tan mal a nivel de daño. Me dispararon algunas balas en el brazo, pero eso no cuenta realmente, es más del tipo “shit happens”. Y después, la gran explosión tuvo lugar el 26 de abril del 2007. Se determinó que mi camión había pasado por una mina anti-tanques. Y sí, fue un gran boom. Todo el mundo pensaba que yo estaba muerto, que todos estábamos muertos. Íbamos en el camión a la cabeza del convoy, y estábamos recorriendo un pedazo de ruta particularmente sinuoso, así que nadie podía vernos. Lo único que vieron fue la humarada gigante y los pedazos de camión volando, y escucharon el boom. Se decían Bueno, pues, todos están muertos. Cuando eso pasa, cuando un IED (Artefacto Explosivo Improvisado) explota, hay que esperar. Porque lo que comenzaron a hacer en Irak cuando nosotros llegamos fue lo que llamamos una “emboscada compleja”. Hacen que el IED explote, lo que destruye tu vehículo, todo el mundo se precipita, y después o hacen que un segundo IED explote o lanzan una emboscada. Así que tienes que esperar un minuto para observar si otra bomba explota o si los otros comienzan a disparar.
 

JI: Si esto no hubiera pasado, ¿te hubieras quedado allá?

Sean: Oh, sí, me hubiera quedado. Con mis amigos decidimos ir a las clases de evaluación y de selección de las fuerzas especiales, todos lograron pasar. Y yo era tan buen soldado como ellos, así que hubiera estado allá con ellos. De hecho, tengo la mala suerte más grande de la vida. Por ejemplo, tenemos lentes de visión nocturna y hay que atarlos bajo el casco con un cordón por si se llegaran a caer. Un día, estaba caminando por un bosque, y de repente, una rama atrapa muy repentinamente el cordón y, una vez más, la mala suerte; Todo el tiempo me caía de cara con esas porquerías bajo la nariz. Tenía frío todo el tiempo, tenía hambre, mis pies estaban asquerosos todo el tiempo, porque todo el tiempo andas a pie. Pero te digo, es una gran experiencia y me encantó hacer ese trabajo. Me cuesta trabajo mantener un empleo desde que volví, porque ¿qué carajos se supone que haga? ¿Quedarme sentado en mi escritorio todo el día? No es lo que yo soy, no es lo que yo hago. Estaba en la lista de reclutamiento para el FBI, pero era una especie de compromiso para mí, no funcionó. 
 

JI: ¿Te aburres desde que volviste?

Sean: Oh, sí, claramente. Pero al mismo tiempo, se acabaron las guerras. Digamos, ¿qué carajos se supone que haga? No puedo comenzar a saltar por todos lados y pelearme. Aspiro a tener un tipo normal de vida. Por un momento, pensé en la “Legion” (organización estadunidense para los veteranos). Estoy más bien en forma, voy a lograrlo, todo va a estar bien. Vamos a ver qué pasa.
 

JI: ¿Les dijeron para qué iban a ir allá? 

Sean: Nuestro símbolo son dos mosquetes (fusiles militares alargados) entrecruzados, y desde que formas parte de los mosquetes entrecruzados, el “¿por qué vas allá?” no es necesario, puedes hablar de ello, pero a nadie le importa. Vas a ir, y qué importa lo que tengas que hacer. Lo que nos explicaron fue que íbamos allá a ayudar a la seguridad del gobierno afgano y a difundir la democracia. Alguien me preguntó si yo pensaba que valía la pena, pero yo creo que es muy difícil contestar esa pregunta. Desde ese entonces, he pensado demasiado, no sé, diría que sí. Es difícil decir. No sé cuál sea la esperanza de vida allá, no muy alta, eso sí lo sé. Y si los ayudamos a tener un buen año, pues mejor. Pienso que, hagas lo que hagas, tiene su importancia. Si intentas juzgar el fracaso de acuerdo al éxito, todo el mundo pierde. Pienso que no le incumbe a nadie más que a ti el decidir si lo que haces es importante o no, y el tomar en mano esa responsabilidad.
 

JI: ¿Qué les dirías a las personas que piensan que el ejército es un grupo de tipos violentos e ignorantes, que no tienen idea de lo que hacen?

Sean: Bueno, somos bastante buenos para lo de la violencia. En eso sí tienen razón (risas). Voy a ser honesto contigo, en lo que se refiere a los simples soldados, yo soy una excepción. Pero tampoco es que sea una gran excepción. Yo tenía un montón de amigos que estaban muy bien educados, y que podían tener una conversación, así no estuviera siempre de acuerdo con ellos. Por ejemplo, yo era el único demócrata en mi pequeño grupo. Y eso me salió caro. No me gusta que me llamen héroe. Yo solo soy un tipo que hizo su trabajo. Por eso pienso que, si esa es la idea que tienen, lo único que les aconsejo es que aprendan a conocer a los soldados – y a los antiguos soldados – un poco más. No siempre tienes que estar de acuerdo con ellos, ya que la mayoría son conservadores y compañía, pero, no sé, no quiere decir que sean malas personas. Todos comemos pizza y tomamos cerveza, ¿no?
 

JI: ¿Hubo un momento en el cual, estando allá, hayas visto a uno o más talibanes como seres humanos, y no como el enemigo?
 

Sean: Es una pregunta interesante. Siempre los vi como personas. El ejército te entrena a la deshumanización y al desapego. Cuando estás disparando, le disparas a un objetivo, un enemigo o no sé qué más. El United States Marine Corps (Cuerpo de Marines de los Estados Unidos) tiene – pienso yo – una mejor manera de hacerlo. Te entrenan al asesinato. Y es lo que hacemos. Seamos honestos en cuanto a nuestro trabajo. Por eso pienso que, si eres honesto contigo mismo y con lo que haces, siempre debes verlos como personas. Y pienso que la razón por la que manejo tan bien el estrés postraumático es que no tengo ese abismo entre “es un talibán, pero también es una persona, y me siento mal por haber matado a la persona, ya que estaba combatiendo al talibán”. Ese tipo me disparó, yo le disparé, ¿qué se puede hacer al respecto?
 

JI: ¿Dijiste que te sentiste culpable por haber matado a un hombre joven?

Sean: Me sentí culpable de haber matado a ese muchacho, completamente. Podrías describirme como un hombre sin piedad en mi aplicación de la violencia, pero es únicamente porque pensaba que era justificado. Si hubiera matado a alguien accidentalmente, es horrible, por supuesto, me hubiera devastado. Me sentí mal porque ese muchacho era joven. Me siento mal porque él tenía ese fusil en las manos. Pero al final, lo tenía. Y no hay gran cosa que yo pueda hacer en tal caso. No voy a dejarme meter un balazo por un niño que me quiere disparar. Me dejaría disparar por un civil afgano, no hay problema. Pero un niño que me quiere disparar, ni hablar. Le disparé dos veces. Las tuvo bien merecidas, como cualquier otra persona. Desde los 16 hasta los 36 años, si me apuntas con tu arma, a mí, a mis amigos, a un civil afgano, si amenazas a quien sea, te mereces la bala. Así es.
 

JI: Si tuvieras que volver a hacerlo, ¿lo harías?


Sean: Oh, sí… Pienso en volver al ejército. El problema es que ya no hay guerra. No puedo hacer mi trabajo. Pero sí, volvería a hacerlo. Sin embargo, habría algunas cosas que haría de manera diferente. Volvería incluso a ese camión, el 26 de abril del 2007. Porque te voy a decir una cosa, el conductor estaba casado, tenía hijos, el comandante del camión estaba casado, tenía hijos, teníamos un intérprete al fondo, y un tipo que no conocía muy bien, era nuevo. Pero si no me monto en ese camión, otro tipo, que está casado y tiene hijos, se sube al camión. Y yo no puedo hacer eso. No puedo dejarle ese trabajo a alguien más. Si yo no lo hubiera hecho, y alguien más lo hubiera hecho, y no hubiera sobrevivido, o hubiera salido más herido que yo, yo hubiera sido el responsable. Y yo no puedo aceptar eso. Lo siento, es una cuestión sensible para mí. El ejército estadunidense es malditamente voluntario. Y si tú no agarras ese fusil como estadunidense, le dejas ese deber a alguien más. Y es un poco como votar. Hay un dicho en este país que dice que si no votas, no tienes derecho a quejarte. Y para mí, si tú no agarras ese fusil, si no tomas parte de lo que está pasando, y si no das lo mejor de ti en ese trabajo, entonces tampoco tienes derecho a quejarte.