Hong Kong: la reforma democrática abrogada

Samuel Khan, traducido por Solweig Ogereau
1 Aout 2015


En Hong Kong, se finalizó el debate sobre la reforma que tenía por objetivo la elección del jefe ejecutivo por sufragio universal en 2017, después de la oposición del consejo legislativo. Las manifestaciones que jalonaron las discusiones perturbaron hasta la marcha tradicional del 1ero de julio.


Créditos: Anthony Kwan
La marcha del 1ero de julio ocurrió en Hong Kong, como todos los años desde la retrocesión del antiguo punto comercial británico a China en 1997. El objetivo de esta manifestación pacífica es promover la democracia y los derechos humanos.

Este año, los organizadores contaron 48 000 participantes en la marcha, mientras que las cifras proporcionadas por las autoridades indican una cifra diez veces menor. La marcha también contó con un control policial importante, una medida relativamente excepcional para este evento anual.
Créditos: SCMP

Diez meses de agitados debates

Esto puede sorprender de una manifestación que pretende protestar, pero respetando el orden público. Sin embargo, los movimientos que sacudieron la ciudad durante los últimos diez meses cambiaron las cosas con respecto a las reivindicaciones en Hong Kong.

La revolución de los paraguas vio a miles de manifestantes ocupando las calles del centro urbano de septiembre a octubre del 2014. Su reivindicación principal concernía el abandono de un proyecto de reforma propuesto por China, que pretendía cambiar el modo de designación del jefe ejecutivo de Hong Kong. Este sería elegido por sufragio universal, pero sólo los candidatos nombrados por Pekín podrían presentarse a las elecciones. Se pudo entonces asistir a manifestaciones en las que los movimientos pro-democráticos combatían contra una reforma que pretendía volver el sistema más democrático, mientras que los lealistas luchaban por su adopción.

Este levantamiento de la población no se limitó sólo a la lucha contra la reforma, ya que activistas de todos lados se unieron a ella para hacer valer sus reivindicaciones, un fenómeno que tuvo un alcance mundial. Al cabo de dos meses, los últimos manifestantes fueron dispersados, mientras que seguían los debates en el Consejo legislativo de Hong Kong que conciernen el proyecto de reforma democrática.

Los movimientos pro-democráticos exhaustos y divididos

El voto del pasado 18 de junio rechazó la reforma, lo que produjo una gran alegría entre los manifestantes que habían vuelto a sacar sus banderolas durante los días que precedían la deliberación. Ellos fueron rápidamente dispersados por la policía, por miedo a que la euforia provocara un movimiento aún más grande, como fue el caso en 2014.

Así, parece que la marcha del 1ero de julio ocurrió en un momento difícil y que varios habitantes que se habían movilizado quince días antes no aceptaron afrontar el calor para reclamar democracia y derechos humanos. A esto, hay que añadir la revolución de los paraguas, que contribuyó al cansancio de la multitud, razón por la cual se alzaron voces para denunciar estos movimientos repetitivos y para reclamar una mayor harmonía.

Créditos: Felix Wong
Además, la marcha fue víctima de tensiones que llegaron a manchar la imagen de este evento. En el recorrido estaban apostados lealistas de Pekín, que organizaron contra-manifestaciones. Joshua Wong, líder estudiantil, fue atacado al salir de un restaurante, sin duda víctima de su compromiso pro-democrático.

Finalmente, movimientos localistas que reclaman más autonomía para Hong Kong participaron en la marcha, aunque sus organizadores se negaron a aliarse con ellos, considerándolos demasiado radicales.