Reino Unido, ¿país racista?

Gemma Kentish, traducción: María Alejandra Paixao
28 Mai 2015


Un video que muestra a un grupo de fanáticos ingleses de fútbol empujando a un ciudadano francés fuera del metro de París, debido al color de su piel, ha impactado al mundo y ha agudizado las tensiones raciales al seno de nuestra sociedad moderna. Este suceso ha provocado una oleada de indignación en la Web e incluso ha cuestionado la famosa “cultura hooligan” británica. Sin embargo, ¿es éste un evento aislado, o existe un problema más profundamente enraizado en juego? Reportaje sobre la cuestión actual del racismo en el Reino Unido.


Credito Fifa
El 17 de febrero, Souleymane S, ciudadano francés, se encontraba de camino a casa después del trabajo cuando fue víctima de un ataque racista. “Intenté abordar el tren, y de repente  dos personas me empujaron hacia afuera. No entendí. Pensé que esto no era normal, intenté subir al trenpero fui empujado, y luego me empujaron por segunda vez. Seguía sin entender porque me habían empujado. Luego, uno de ellos, un joven, hizo un gesto  con la mano… para mostrar que ahí sólo se permitía gente de  piel blanca, los de  piel negra no  tenían derecho a entrar”.

El grupo de hombres que impidieron que Souleymane se subiera al tren resultó ser un grupo de  seguidores del Chelsea, quienes se dirigían a ver un partido contra el Paris Saint-Germain. Un transeúnte, expatriado británico viviendo en París, capturó el ataque con la cámara de su celular e inmediatamente envió el video al periódico británico The Guardian. Dicho video ha volteado las miradas de todo el mundo hacia el caso, y ha ayudado a identificar a los culpables.
 

Sin embargo, lo  desconcertante es la sinceridad – e incluso el orgullo – de estos hombres de  ser racistas . Durante el video, se puede escuchar el canto “We're racist, we're racist, and that's the way we like it” (“Somos racistas, somos racistas, y así es como nos gusta”). En este espectáculo de agresión pública a un hombre de piel oscura,   el desvergonzado odio racista es evidente, y hasta provoca miedo. Destapa, además, la normalización del racismo en la sociedad británica.
 

Este incidente ha acarreado una muy mala publicidad tanto para el club del Chelsea como para la cultura hooligan del fútbol británico en general. El club se apresuró a condenar el ataque, e insistió que los involucrados en éste no reflejaban la actitud de la mayoría de sus  seguidores. Éstos, en respuesta, alzaron carteles anti-racistas para mostrar que no todos comparten las mismas creencias que los culpables del ataque. En una  una de  las pancartas  se leía: "Black or White, we're all Blue"(“Blancos o negros, todos somos azules”), en referencia al color del equipo. Puede que  dicha reprobación pública  sea alentadora. Tristemente, esto no le quita lo serio al incidente.
 

El incómodo vínculo entre fútbol y racismo

Este tipo de comportamiento no es fuera de lo común. El hooliganismo siempre ha existido en Gran Bretaña, y su relación con el  deporte – en especial  con el fútbol – no es novedad. El futbol se ha visto plagado por varios incidentes racistas, y el racismo se ha convertido en un tema tan polémico en el mundo del fútbol, que ha habido una gran necesidad de lanzar campañas anti-racistas, como el “No To Racism” de la UEFA, o el “Show Racism the Red Card” (“Sácale la tarjeta roja al  racismo”). La gran cantidad de campañas anti-racistas en el mundo del fútbol demuestra que aún existe una gran presencia del sentimiento racista en  este deporte.
 

Esto genera la siguiente pregunta: ¿por qué el prejuicio racial es tan prevalente en los clubes de fútbol, al igual que en los partidos? Esto lo puede explicar la teoría psicológica llamada “teoría del contagio” (“mob mentality” en inglés). Gustave Le Bon, pensador francés, desarrolló esta teoría, la cual describe el fenómeno de  dejar en segundo plano el pensamiento individual para dar mayor importancia a un comportamiento más colectivo, en el cual el individuo tendría menos control sobre sus propias acciones. La cultura del fútbol emula este fenómeno.Cuando se gana un partido, ser  seguidor de un club de fútbol crea mucho más que un sentimiento de júbilo. Un club puede procurar un sentimiento de pertenencia, y las emociones compartidas pueden llegar a ser muy fuertes. Un ser humano se  siente  a salvo cuando  experimenta este sentimiento de pertenencia; suficientemente a salvo como para expresar sus opiniones, incluso las más antisociales o aborrecibles. Y cuando una cierta cantidad de personas en el mismo grupo comparten las mismas opiniones, se convierten en un verdadero peligro para la sociedad. La teoría del contagio, como bien lo demostró el incidente del metro en París, puede filtrarse en la psiquis de una persona, haciendo que ésta exprese puntos de vista y cometa actos que nunca cometería o pensaría por sí mismo.
 

Políticamente hablando: la emergencia de la derecha

La cultura del fútbol puede usarse como un espejo para reflejar problemas subyacentes en el seno de la sociedad. El EDL (English Defence League) encarna el lado oscuro de la sociedad británica. Creado en el año 2009, este grupo de extrema derecha ha logrado exitosamente incitar el odio – racial y religioso – en las calles de las ciudades y pueblos ingleses. Buscando el fin de “la emergencia del Islam radical” en el Reino Unido, el grupo tiende a atraer hombres blancos, pertenecientes a la clase trabajadora, y gran parte de sus protestas en las calles han terminado en actos de violencia y arrestos. En octubre de 2010, se desencadenó un enfrentamiento entre los miembros del EDL y jóvenes generaciones de asiáticos y negros en Leicester. Los miembros del grupo lanzaron pólvora, bombas de gas y ladrillos a la policía, y emprendieron un ataque contra una camioneta de noticias.
 

Sin embargo, el EDL sufrió un fuerte golpe cuando Tommy Robinson y Kevin Carroll, sus líderes, anunciaron que harían marcha atrás, ya que consideraban que el grupo estaba adoptando un tono muy extremista. Sorprendentemente, Robinson y Carroll habían estado informándose sobre el Islam y habían entablado charlas con Quilliam, un thinktank fundado por ex-islamistas y establecido para frenar el extremismo. Su  impresionante historia demuestra – mejor que muchas otras – que algunas actitudes prejuiciadas pueden fácilmente cambiar, incluso con un poco de integración e interacción multirraciales.
 

Pese a esto, esta parte de la sociedad aún existe, y muchos de los miembros del EDL han expresado amargos sentimientos de traición hacia la resignación de Robinson y Carroll. Sin embargo, hace algunos años ha venido surgiendo un nuevo partido político que responde a las enfermedades sociales de hoy en día: el United Kingdom Independence Party (UKIP).
 

Con un acercamiento más sutil, este partido populista de derecha y su líder, Nigel Farage, están sembrando el caos en la política británica, atrayendo una gran parte de la población. Farage describe a UKIP como un partido “libertario, sin racismo” y ha moderado ampliamente el fervor racista antes suscitado por el EDL. Sin embargo,  al valerse del miedo a la inmigración con el fin de crear una insatisfacción pública – y así ganar apoyo popular –, el partido se aprovecha de las mismas inseguridades sociales y económicas de la mayoría de la sociedad. Owen Jones, periodista británico, declaró: “ El UKIP representa una de las mayores amenazas para la construcción de una sociedad igualitaria, justa y tolerante”.
 

Poco después, fuentes en línea revelaron que uno de los involucrados en el incidente del metro en París, John Parsons, se había tomado una foto con el líder de UKIP Nigel Farage. Por supuesto, UKIP ha preferido alejarse de Parsons, declarando explícitamente que ellos no son un partido racista. A pesar de esto, dicha revelación refleja una perturbante proximidad entre el creciente sentimiento racista en la sociedad británica y surgimiento del partido populista. Además, no es la primera vez que una historia de esta índole ocurre en el seno de los miembros y seguidores del UKIP. Rozanne Duncan, consejera del UKIP en Kent, declaró luego de una entrevista el año pasado que ella tenía “un problema con los negros”.
 

Negado el acceso al metro

Souleymane S. presentó una queja oficial ante la policía francesa, quién está cooperando con la organización británica MET (Muslim Educational Trust) con el fin de sancionar a los involucrados. Al denunciar el ataque,  Souleymane declaró: “Fui ligeramente herido físicamente, pero en el aspecto moral, fui bastante herido. Esto ha realmente afectado mi vida. Ya no puedo volver al metro, me da miedo. No considero que la entrada al metro deba ser negada a alguien solo por ser negro. Eso era lo que ellos querían”. Y – no sin cierta ironía perversa – Souleymane S, ciudadano francés, fue  agredido en su propio país por un grupo de extranjeros.
 

Lo más escandaloso es que este incidente solo atrajo las miradas de todo el mundo haber sido filmado. De no haber sido por la espontaneidad de un transeúnte, este ataque racista hubiera pasado desapercibido como otros miles de incidentes de racismo sucediendo todos los días. Pese a los intentos de varias organizaciones y campañas, lo que es doloroso de ver a través de este video es que el racismo, en el fútbol y en la sociedad en general, está lejos de acabarse.