Turquía: ¿qué lugar para las mujeres?

Laurine Benjebria, traducido por Lora Milanovic
13 Juin 2015


El 13 de febrero de 2015, Özgecan Aslan, una joven estudiante turca de 20 años, fue violada, amputada de ambas manos y quemada para ser finalmente tirada al río cerca de Calaman, en la provincia de Mersin en el sur del país. Este asesinato de violencia extrema es sintomático de la degradación de la condición femenina en Turquía. Estas últimas semanas, el país ultraconservador mostró una indignación general contra el gobierno, acusado de legitimar y favorecer las numerosas formas de violencia contra las mujeres.


Credito AFP
Özgecan Aslan volvía a casa en autobús cuando Ahmet Suphi Altindoken, el conductor, intentó violarla. La estudiante de 20 años luchó, pero su agresor furioso de su resistencia la apuñaló para finalmente violarla, amputarla de ambas manos y quemarla para evitar dejar cualquier rastro de ADN. En su crimen de brutalidad extrema, Ahmet Suphi Altindoken fue ayudado por dos cómplices, entre los cuales su padre. Los tres hombres fueron detenidos el lunes 23 de febrero. Este asesinato calificado de bárbaro por la población turca engendró numerosas indignaciones. Las mujeres turcas temen cada vez más por su vida. Muchos crímenes se denuncian cada día ante las autoridades. El asesinato de Özgecan Aslan se concibe ya como un crimen excesivo, un disparador para la sociedad turca.

Durante el entierro de Özgecan Aslan, las mujeres desafiaron una norma religiosa: llevar el ataúd hasta el cementerio es una tarea tradicionalmente reservada a los hombres. Pero las mujeres presentes en el funeral exclamaron que ningún hombre tocaría ni mancillaría el cuerpo de la difunta. Así que fueron mujeres las que llevaron el ataúd y enterraron a Özgecan Aslan, lo que había sido sin embargo negado por el imán.

La estudiante se convirtió en el símbolo de la ira de las mujeres turcas. Entre el 14 y el 16 de febrero, miles de personas salieron a la calle para manifestar su descontento. El 18 de febrero, fueron más de 15.000 manifestantes en Mersin. Bajo la misma lógica, numerosos llamamientos fueron lanzados en las redes sociales para que otras víctimas de violación y de acoso sexual, físico y moral, rompieran la ley del silencio y el tabú social. El hashtag #sendeanlat (#Tútambiéncuenta) reunió numerosos testimonios de mujeres contando sus historias o describiendo los medios que emplean para no encontrarse en tales situaciones.

Las violencias contra las mujeres se multiplicaron a lo largo de los últimos años

Abaca Press - Oezgecan, la víctima que sobrepasa el límite
El asesinato de Özgecan Aslan despertó y reanimó las conciencias acerca del fenómeno que se ha vuelto demasiado recurrente en Turquía. Hombres desfilaron de falda en Estambul el 21 de febrero con el fin de denunciar y condenar las violencias contra las mujeres. En 2014, la agencia independiente Bianet, apoyándose cada año en los informes de los medios de comunicación locales y nacionales, contaba 281 mujeres muertas a manos de un hombre. Este número alcanzó los 1134 estos últimos cinco años. Esta agencia observó que el 70% de los asesinatos de mujeres lo comete algún miembro de la familia. Solamente en enero de 2015, 26 mujeres fueron asesinadas. Asociaciones de defensa de las mujeres denuncian las fallas del sistema judicial turco que está más dispuesto a justificar a los agresores que a proteger a las víctimas.

Por otra parte, las manifestaciones de las dos últimas semanas tomaron un giro político, poniendo en entredicho al gobierno islamo-conservador. El ministro turco de Familia y Políticas Sociales, Ayşenur Islam, está preparando el lanzamiento de un plan de acción a nivel nacional, cuyo objetivo será luchar contra la violencia hacia las mujeres. También prometió reforzar las campañas de sensibilización contra la violencia hacia las mujeres. Kemal Kılıçdaroğlu, el líder del partido de la oposición Cumhuriyet Halk Partisi (Partido Republicano del Pueblo), atribuye la reanudación de la violencia contra las mujeres que impera en el país desde 2000 a la “moral” y la “mentalidad” religiosas del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). Ministros del gobierno pidieron también volver a la pena de muerte. Según Ceren Belge, de la Universidad Concordia en Montreal, “el gobierno fue obligado a condenar los malos tratos a mujeres, pero al mismo tiempo sigue insultando a los manifestantes y denigrando a las mujeres. Así pues, Recep Tayyip Erdogan profirió insultos homófobos contra los hombres que habían desfilado de falda contra los asesinatos de las mujeres”.

Es preciso recordar el lugar y el estatus de la mujer en la sociedad turca, anteriormente otomana. La organización social otomana colocaba a las mujeres en un rígido sistema patriarcal tradicional. Así que a las mujeres solamente se les reconocían las funciones biológicas de reproducción. En otras palabras, los derechos civiles de la mujer, así como su estatus social, impuestos por el orden jurídico religioso eran extremadamente limitados. Ante estos derechos limitados, las mujeres se organizaron rápidamente. Desde la segunda mitad del siglo XIX, la toma de conciencia feminista fue aumentando en Turquía, con el fin de lograr la igualdad de derechos civiles y políticos entre los sexos. Las mujeres obtuvieron el derecho al voto en 1934, once años antes de Francia. Y durante las elecciones de 1935, diez mujeres fueron elegidas diputadas. El lugar de las mujeres en Turquía logró importantes progresos positivos a principios de los años 2000. Los últimos quince años fueron marcados por importantes avances. En 2001, el nuevo Código Civil establecido en Turquía reconoció la igualdad entre mujeres y hombres, como por ejemplo en el contexto matrimonial.

Reformas importantes permitieron la renovación del Código Civil y del Código Penal, especialmente en términos de violencia doméstica y de violación. La igualdad de género fue por primera vez institucionalizada. Durante los movimientos sociales de 2013 contra el Primer ministro Recep Tayyip Erdogan, las mujeres fueron muy activas, convirtiéndose a veces en el símbolo de las manifestaciones. Las mujeres turcas se movilizaron sobre todo por temor de que sus derechos y su estatus social se deterioraran. Ceren Belge recuerda que la cuestión de género y de igualdad entre los sexos no era una cuestión importante y decisiva en los movimientos contestatarios. Admitió que “el movimiento feminista turco siempre fue muy activo, pero seguía marginado, con poco auditorio”. Los movimientos de protesta de la sociedad turca permitieron que los movimientos feministas hicieran oír su voz. El pueblo turco toma poco a poco conciencia de la importancia de proteger los derechos humanos, y para esta profesora asistente en Concordia, “el cambio tiene que producirse dentro de la sociedad turca”.

El cuerpo de las mujeres en Turquía, este campo de batalla ideológico

La multiplicación de los discursos de distintos ministros del gobierno de Recep Tayyip Erdogan, intentando definir un papel femenino, favorece la imagen de la mujer como ciudadano de segunda clase. Es representada, por consiguiente, como un ser débil que debe ser protegido por el hombre. En 2011, el Ministerio de la Mujer fue renombrado como Ministerio de Familia y Políticas Sociales y en 2012, Recep Tayyip Erdogan comparaba el aborto con un asesinato y expresaba su voluntad de hacerlo ilegal. Es preciso recordar que la interrupción voluntaria del embarazo está autorizada en Turquía desde 1983, hasta 10 semanas de embarazo.

El proyecto de ley que suscitó un clamor de indignación en la sociedad turca fue abandonado, pero la IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo) fue más adelante retirada de los servicios en línea propuestos por los hospitales, dificultando y complicando el acceso al aborto. En 2004, Recep Tayyip Erdogan proponía penalizar el adulterio en Turquía para obligar a la mujer a cumplir su papel de esposa fiel y leal. Erdogan intentó en numerosas ocasiones volver a poner a las mujeres en su función tradicional de reemplazo generacional. El pasado 4 de febrero, el ministro de Salud Mehmet Müezzinoglu enfatizó el supuesto lugar natural de la mujer afirmando que “la maternidad no es una carrera abierta a todos (…) es una carrera indiscutible y sagrada”. El 24 de noviembre de 2014, Recep Tayyip Erdogan había definido la igualdad entre hombres y mujeres como “contraria a la naturaleza humana”.

En julio de 2014, el viceprimer ministro Bulent Arinç aconsejó fuertemente a las mujeres no reír ni partirse de risa en público para “conservar su decencia en cualquier momento”. Ante estas declaraciones misóginas de Erdogan, mujeres turcas así como mujeres provenientes de los cuatro rincones del mundo se hicieron fotos alegremente, mostrando grandes sonrisas en Twitter, acompañadas de los hashtags #kahkaha (#risa) y #direnkahkaha (#risaderesistencia).

Credito AFP
La sociedad turca se transformó estas últimas décadas, pero el partido AKP sigue intentando modelar a la juventud del país y volver a una moral religiosa tradicional. Esta uniformización de los jóvenes se hace a través de la reglamentación de los comportamientos, y más concretamente de las actitudes de las mujeres, porque el orden moral promovido por el AKP pretende controlar y apropiarse del cuerpo de las mujeres, considerado como cuerpo reproductor. Según Ceren Belge, Recep Tayyip Erdogan es el primer político turco en promover la desigualdad de género, “lo cual es inaceptable y contribuye a crear un ambiente malsano para la mujer. Sus numerosas declaraciones misóginas dan la impresión de que se ha vuelto legítimo promover la desigualdad”.

Estos últimos años, la Twittoesfera está regularmente acaparada por movimientos de la población turca queriendo denunciar el moralismo religioso del gobierno, así como su injerencia en la vida privada de los ciudadanos. Es preciso recordar que el 20 de marzo de 2014, redes sociales como Twitter y Youtube habían sido censuradas, e irónicamente, la censura había sido anunciada en la cuenta de Twitter por Recep Tayyip Erdogan. La inacción del gobierno turco ante el recrudecimiento de la violencia contra las mujeres es muy criticada por la población turca e internacional. Según la OCDE, el 69% de los hombres turcos tiene un empleo remunerado, contra el 28% para las mujeres turcas. Es interesante observar que Turquía lidera actualmente el G20, del cual uno de los objetivos declarados es reducir el abismo existente entre las mujeres y los hombres, especialmente en materia de empleo.