Brasil: homosexualidad, creencias e intolerancia

Jessica Robineau, traducido por Brenda Orozco
24 Novembre 2015



Brasil es el país que tiene la comunidad católica más grande del mundo con 123 millones de creyentes por 200 millones de habitantes. Después de la JMJ de Río en 2014, el papa Francisco decía a los periodistas: “¿Si una persona es gay y busca al señor con buena voluntad, quién soy yo para juzgarla?”. Un año antes, la ley que instauraba el matrimonio entre personas del mismo sexo era adoptada y abstractamente apoyada por la Iglesia católica. Paraíso de la tolerancia pero también de la homofobia, en Brasil, la influencia de la religión no pasa por alto.


Créditos DR
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El país más grande de Sudamérica y el tercero en autorizar el matrimonio gay registra un fuerte aumento de crímenes homofóbicos. La ONG Grupo Gay de Bahía señala que la mitad de los homicidios homofóbicos en el mundo se cometen en Brasil. El 16 de julio, se dio un paso adelante con la adopción de una ley anti-discriminación por el Parlamento de la ciudad de Río de Janeiro. La influencia de la Iglesia se aprecia particularmente al momento de tomar decisiones políticas. En Brasil, las iglesias evangélicas y sobre todo las pentecostales conocen un crecimiento espectacular, al igual que en el seno del Parlamento.

¿La Iglesia, un actor artificial de la causa homosexual?

El papa Francisco abrió el camino para que otros representantes de la Iglesia puedan tomar partido más libremente. En 2014, Fábio de Melo, el sacerdote estrella de las redes sociales publicaba en Twitter: “la unión civil entre personas del mismo sexo no es una cuestión religiosa, es el Estado el que decide”.

Dom Antonio Dias Duarte, obispo auxiliar en Río, recordaba que “la Iglesia brasileña, así como la Iglesia del mundo entero, se opone”. Para él, “las personas del mismo sexo que deciden vivir juntas deben ser protegidas por el Estado, como cualquier otro ciudadano; pero esta unión no debe ser asimilada a un matrimonio” reporta el periódico La Croix.

Créditos DR
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Otra decisión hecha poco después de las observaciones de Dom Antonio Dias Duarte mostraba los límites de los representantes católicos. La Iglesia confirmó la excomunión de un sacerdote acusado de herejía después de la publicación de un video en el que admite que el amor puede existir entre personas del mismo sexo, prueba de que la homosexualidad sigue siendo un tema tabú para la Iglesia católica brasileña. Ésta, de hecho, se opone fuertemente a la ley que autoriza la adopción a las parejas homosexuales.

Fernando, interrogado por el Journal International, es homosexual y piensa que “a causa de la influencia de la religión en nuestra sociedad, a varias personas les aterra la idea de irse al infierno y de asumir su homosexualidad. La Iglesia brasileña puede perturbar realmente el proceso del coming out”. A pesar de que hay algunos representantes religiosos favorables a la causa homosexual, una parte de la sociedad brasileña se queda aferrada a sus convicciones religiosas. Según Fernando, “uno de los cambios mayores fue la fuerza de los talent shows, donde vimos en 2013 el primer beso entre personas del mismo sexo. Después de la emisión, la gente se abrió más al tema”.

Avances culturales

Una campaña publicitaria que muestra a parejas homosexuales causó una guerra entre los ultraconservadores y los fans de la publicidad. Para el “Dìa dos Namorados” o día de San Valentín, celebrado el 12 de junio en Brasil, la empresa de belleza O Boticário sacó un anuncio publicitario en el cual varias parejas heterosexuales y homosexuales se besaban y se ofrecían regalos. Para algunos, este video se percibió como una ofensa a los valores tradicionales, mientras que otros se indignaron por estas críticas contra la publicidad. Por consecuente, se desató una guerra entre los me gusta y no me gusta en el video disponible en Youtube.

La difusión de este video prueba que más allá de las creencias, la aceptación de la homosexualidad pasa por otros medios presentes en la vida pública. A pesar de la fuerte influencia de la Iglesia católica, Brasil es un país laico. El principio de la laicidad, que reside en la separación del Estado y de la religión, sigue siendo ambiguo. La Constitución, en su preámbulo, hace alusión explícitamente a Dios. Se adopta “bajo la protección de Dios”, mientras que éste mismo texto impide a los Estados, al Distrito federal y a las municipalidades “establecer cultos religiosos o iglesias, subvencionarlos, bloquear su funcionamiento o mantener relaciones de dependencia o de alianza con ellos o con sus representantes” según el artículo I-19 de la Constitución.

Actualmente, la Iglesia católica, pero también progresivamente el protestantismo, demuestran que el país no es laico ya que numerosos miembros del Congreso son religiosos fundamentalistas: es por esto que nadie representa a la comunidad homosexual.

La progresión del evangelismo

El catolicismo sigue siendo la religión dominante en Brasil, aunque desde hace dos décadas pierde terreno frente al protestantismo evangélico. Según cifras del 2010, el número de brasileños que se declaran pentecostales ha progresado de 41% en comparación al año 2000, mientras que el número de católicos ha disminuido de 1%. La Iglesia universal en el Reino de Dios reivindica hoy 13 millones de creyentes en el mundo, de los cuales 1,8 tan solo en Brasil: una cifra en constante crecimiento desde hace varios años. Creada hace menos de cuarenta años, la Iglesia neopentecostal más presente en Brasil ha negado toda entrevista al Journal International.

La influencia económica y política de los evangelistas neopentecostales se ilustra por la presencia de la presidenta Dilma Rousseff y del gobernador de São Paulo, Gerardo Alckmin, durante la inauguración de la gigantesca réplica del Templo de Salomon de Jerusalén construida por la IURD, que se ha vuelto la iglesia más grande del país pero también la más homofóbica. A la inversa, la Iglesia cristiana contemporánea cuya amplitud es menos impresionante que la IURD acepta tanto a las personas heterosexuales como a las homosexuales. De hecho, una catedral gay se inauguró este mes.

Créditos Iglesia Universal
Créditos Iglesia Universal
En las dos asambleas federales, 73 de los 549 diputados reivindican su pertenencia a una Iglesia neopentecostal. Los votos del grupo evangelista, necesarios para la presidenta, frenaron numerosas leyes progresistas, como por ejemplo la despenalización del aborto. En Brasil, los evangelistas representan efectivamente una importante potencia política.

El Estado de Río de Janeiro se moviliza

El número de muertes y de agresiones ha aumentado de más del 14% desde la llegada al poder de la presidenta Dilma Rousseff a principios de 2011. 312 homosexuales, travestis y transexuales fueron asesinados en 2013, lo que representa un homicidio cada 28 horas. En respuesta a estas cifras alarmantes, una ley fue adoptada por el gobierno de Río de Janeiro contra las discriminaciones homofóbicas, condenando a los culpables con una multa que se eleva hasta los 60 000 dólares. El texto prohíbe el trato de diferenciación hacia los homosexuales y lesbianas en toda tarifa extra para entrar a lugares públicos y privados. Las actitudes y los actos de incitación a la violencia y a la homofobia también están prohibidos. Esta decisión fue tomada al mismo tiempo que el país se vuelve cada vez más intolerante.

La ley progresista admite una excepción: las instituciones religiosas. Estas últimas no serán sometidas a las sanciones en caso de discriminación homofóbica. Esta excepción se inscribe en el proyecto de ley adoptado en 2013, el cual autoriza a las iglesias rechazar a personas homosexuales que quieran casarse o bautizar a sus hijos en su institución. Creencias y política no hacen una buena pareja en el seno del Parlamento, particularmente en un país que se define como laico. La palabra católica, y cada vez más evangelista, es potente y la intolerancia se propaga en el territorio brasileño, en espera de una ley nacional contra los crímenes homofóbicos.

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