Uganda: atmósfera tensa con la llegada de las elecciones

Noé Michalon, Traducido por Aline Libert
8 Avril 2016


Al igual que en las dos elecciones anteriores abiertas al multipartidismo, la tensión va aumentando a medida que se celebran los mítines.


Créditos Noé Michalon
Tanto en los discursos como en los actos se produce un aumento de las provocaciones y de las demostraciones, mientras que los siete candidatos de la oposición creen con cada vez más firmeza en la hipótesis de un segundo turno. Sería la primera vez que pasara en la historia del país, que desde la independencia de 1962 nunca ha conocido una alternancia política pacífica. Pese a que los escrutinios de 2011 y 2006 habían conducido a varias manifestaciones de simpatizantes del oponente Kizza Besigye, que cuestionaban su derrota en el primer turno, parece que la mayoría gobernante intenta desanimar a la población ugandesa para que no salga a la calle a manifestarse. 

Una presencia militar importante

Con la creación de Crime preventers, el gobierno instauró el año pasado una verdadera segunda policía, oficialmente para luchar contra la inseguridad en un periodo electoral. Esos parapolicías no remunerados y vinculados al National Revolutionary Movement (MRN, partido gobernante) según Human Rights Watch, que denuncia su existencia, reciben una formación de seguridad y van armados con palos, aunque el campo Museveni se defiende de querer crear una milicia. Con un objetivo de 30 personas por pueblo, serían casi un millón y medio las personas reclutadas para reforzar la seguridad del país, aumentando todavía más la militarización de las calles ugandesas, donde la presencia de militares y de compañías de seguridad ya es importante. Algunas declaraciones, hoy cuestionadas, acusaban al jefe de la policía nacional, Kale Kayihura, de querer distribuir armas de fuego a los crime preventers.


Otros acontecimientos contribuyen a que la atmósfera de la campaña sea más sofocante aún. El sábado encarcelaron sin motivo público al general David Tinyefunza, compañero de viaje del presidente durante la guerra civil que le llevó al poder en 1986, y ahora disidente. El denominado “sejusa” (“no me arrepiento de nada” en luganda, el idioma de la región de Kampala) muy crítico al poder y cercano a la oposición ya había pasado un año en exilio en el Reino Unido tras haber denunciado el proyecto de Museveni de que le sucediera su hijo.

Dificultades para dialogar

El actual oponente Amama Mbabazi, Primer ministro hasta 2014, también denuncia varias tentativas de intimidación. Desde diciembre su jefe de la seguridad está en la cárcel. También se le acusa de haber atacado a militantes del partido en el poder y algunas fuentes afirman incluso que estaría muerto, mientras que el campo presidencial sospecha que la antigua mano derecha haya pasado a tener su propia milicia. De hecho, con frecuencia estallan enfrentamientos entre los partidistas del bando de la oposición y los del bando de la mayoría, mientras que la lucha sigue en otras áreas. “Nuestras fuentes de financiamiento, tanto en Uganda como en el extranjero, han sido agotadas por el bando del presidente, se hace muy difícil llevar a cabo la campaña como lo habíamos planeado”, deplora un miembro del equipo del candidato que quiso preservar su anonimato. El presupuesto para la campaña del bando presidencial es doce veces más importante que el de todos sus competidores juntos. Último en las encuestas, el propio Mbabazi no escatima en declaraciones ruidosas y declaró a principios de enero que un golpe de estado podría suceder  si el presidente saliente falsifica las elecciones.

Crédito Clara Wright con el acuerdo de CrossWorlds
El diálogo entre los siete candidatos de la oposición y el poder está tan roto que el primer debate presidencial en la historia del país tuvo lugar sin el jefe de Estado, quien habló de “una discusión para niños”. Sus detractores ya no vacilan a la hora de calificarle de “dictador miedoso” como declaró su principal adversario, Kizza Besigye, segundo en las encuestas. Estas encuestas dan como ganador a Museveni que recibiría entre un 51 y un 71% de los votos en el primer turno. En su cuarta candidatura, el antiguo médico de su rival sufre presiones. Se encontró brevemente bajo arresto domiciliario por la policía, y se le impide con frecuencia  ir a ciertas ciudades para organizar mítines.

Como no consiguen llegar a un acuerdo en el programa, esos outsiders se enfrentan continuamente. Besigye y Mbabazi, que estuvieron mucho tiempo de acuerdo con la idea de una candidatura única para la oposición, finalmente no lograron hacer que la oposición hablará con una sola voz. Más allá de las tentativas de intimidación y a pesar de la celebración de impresionantes mítines en el país para cada uno de los campos presentes, el desamor de los ugandeses hacia su clase política parece más importante que nunca: con 60, 67 y 72 años respectivamente, los tres principales candidatos todavía representan a la generación que llegó al poder en 1986. Esto representa una eternidad cuando se sabe que casi el 80% de los ugandeses tiene menos de 30 años y solo ha conocido a esos dirigentes tanto en el poder como en la oposición.