Estados Unidos y Europa: entre representación insuficiente y estereotipos de las mujeres en los medios de comunicación

Laurine Benjebria, traducido por Nadia Ait Mhamed
31 Janvier 2015



Desde el siglo XX, las escuelas de periodismo del mundo occidental conocen un aumento importante de su personal femenino, resultando, entre otras cosas, en una renovación de las salas de redacción. A pesar de los últimos avances sociales, hoy en día las mujeres periodistas siguen siendo confinadas a las secciones tradicionalmente conocidas como femeninas – la salud, la educación, la sociedad y la cultura – y limitadas a puestos de baja categoría. Y esta diferenciación basada en el género se refleja también en los temas de los contenidos periodísticos. Al tratar raramente de las mujeres, los medios de comunicación participan en la presentación de una actualidad androcéntrica.


Credito Le Républicain Lorrain
Credito Le Républicain Lorrain
En 1995, tuvo lugar la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer que tenía por objetivos aumentar la participación y el acceso de las mujeres a la formación y a la toma de posiciones políticas gracias a los medios de comunicación, así como el fomento de una imagen justa y no estereotipada de las mujeres dentro de estos mismos medios de comunicación. Desde entonces, subsisten las desigualdades profesionales entre hombres y mujeres, y las representaciones mediáticas estereotipadas de las mujeres.

Las mujeres en los medios de comunicación: una aparición tardía y lenta

En primer lugar, cabe recordar que hasta la segunda mitad del siglo XX, los poderes políticos, económicos y culturales estaban reservados a los hombres; las mujeres estando recluidas en la esfera doméstica y privada. En lo que concierne los medios de comunicación, los hombres se reservaban la plaza pública, y especialmente el discurso periodístico.

Se ha tenido que esperar el siglo XIX para ver a las primeras mujeres periodistas aparecer y apropiarse del espacio público y mediático. Su presencia en las páginas de periódicos ha contribuido en gran parte en la entrada de la condición de la mujer en la opinión pública. Las mujeres supieron integrarse en el espacio público al hacerse oír en el ámbito periodístico, para llegar a representar la casi mayoría del personal de los medios de comunicación. 

No obstante, no basta con producir informaciones o participar en la difusión de la actualidad para ser visible. En efecto, que las mujeres tomen una palabra periodística no supone que hayan adquirido una legitimidad pública y social. 

Representación insuficiente de las mujeres en las salas de redacción

Hace más de 40 años, surgieron numerosos movimientos que militaban a favor de la igualdad de derechos sociales, jurídicos y económicos entre los dos géneros: en particular el Mouvement de libération des femmes (Movimiento de Liberación de las mujeres) en Francia. Estos movimientos subrayaron las desigualdades sociales y profesionales entre los hombres y las mujeres. 

Desde entonces, todavía es muy escasa la presencia de las mujeres en los puestos de alta responsabilidad, pues se enfrentan al techo de cristal tanto en los ámbitos generales como en el mundo periodístico. Esta limitación no es inofensiva. Así, hace difícil el acceso de las mujeres periodistas a la palabra pública y mediática, y limita su ascensión jerárquica, impidiendo de este modo el desarrollo de modelos femeninos. 

En el plano mediático, si bien son las mujeres las que más ocupan las salas de redacción, éstas no tienen una gran visibilidad mediática en los artículos, ya sean crónicas, reportajes o retratos. El Women Media’s Center pone de relieve esta tendencia a la diferenciación según los géneros, señalando que en 2012, en los diez medios de comunicación principales de los Estados Unidos, los hombres representaban el 63 % de los artículos firmados, contra un 37 % para las mujeres. 

Este monopolio de la palabra periodística existe también en Europa. Una investigación realizada por el Censis (Instituto italiano de investigación) indica que sólo tres mujeres ocupan un puesto de directora entre los 119 medios de comunicación italianos. Dentro de la televisión italiana, el 53 % de la masa salarial femenina no aparece en la pantalla. Ésta queda también limitada a las secciones tradicionalmente consideradas como femeninas, o sea la moda, la belleza y los espectáculos. Sólo el 2 % de las empleadas logran abrirse camino en los ámbitos tan codiciados de la política, la economía y los temas de sociedad. Por consiguiente, los medios de comunicación reflejan la imagen según la cual los hombres poseen la palabra, el verbo y el reconocimiento social de poder establecerse en el espacio público. Con el fin de paliar esta falta de visibilidad de las mujeres periodistas, Barack Obama deseó subrayar su importancia respondiendo únicamente a las preguntas hechas por las mujeres reporteras durante su última conferencia de prensa del 2014. 

Estudios han destacado que los temas relacionados con la educación, la familia y la moda son más frecuentemente tratados por las mujeres periodistas, mientras que se les confían principalmente a los hombres periodistas los temas que hablan de política, actualidad internacional, ciencias, finanzas, deporte así como los editoriales.

Las mujeres, o la invisible mayoría de los medios de comunicación

Al participar de la baja representación de las mujeres en el contenido de la información, los medios de comunicación tradicionales tendían y todavía tienden a hacer que los lectores crean que las mujeres ocupan una menor parte dentro del espacio público (Cohen, 1999, p.37)1. Investigaciones sobre este tema ya demuestran que de manera general, independientemente de los temas tratados, las mujeres ocupan un menor espacio mediático y público que los hombres, que ellos son mencionados más frecuentemente en los artículos de prensa. 

Según un estudio realizado en 2006 por The World Association for Christian Communication, las mujeres son mencionadas en el 20 % de la información mundial. Otro efectuado por The Status of Women in the US Media 2013 subraya que en 2012, los hombres han sido mucho más citados que las mujeres en la prensa escrita (las citaciones de participantes masculinos ascendían al 69,4 %), en la televisión (un 77 % de las citaciones provenían de participantes masculinos) y en las radios públicas (las citaciones de participantes masculinos representaban el 69,4 %). Si bien las mujeres representan la mitad de la población mundial, la actualidad parece no tenerlas en cuenta, al volverse genérico el punto de vista de los hombres.

Estereotipos que subsisten

El discurso periodístico no trata a las personas entrevistadas y presentadas de la misma manera cuando se trata de mujeres o de hombres. En la alfombra roja, se les pregunta a las actrices y directoras sobre su ropa y su familia, mientras que los actores y directores hablan de su carrera. En ese sentido, la página web Buzzfeed intentó hacer preguntas tradicionalmente reservadas a las celebridades femeninas al actor Kevin Spacey (House of Cards) con el fin de poner de relieve la subsistencia de estereotipos en Hollywood .

La política también es el terreno de preguntas sexistas, como lo demuestra la que le hizo Laurent Fabius a Ségolène Royal durante su campaña electoral del 2008, « Mais qui va garder les enfants? » (“¿Pero quién cuidará de los niños?”). Los medios de comunicación presentan a las mujeres en su papel de asistencia y apoyo a los hombres, sometiéndolas una y otra vez a relaciones de género. Así, en Alemania, el apodo de la Canciller Angela Merkel es “Mutti”, lo que significa “Madre de familia”, apodo que la devuelve a la función social tradicional de la Mujer. Por otra parte, el apodo de Silvio Berlusconi es “El Cavaliere”, devolviéndole a su virilidad. Al difundir imágenes estereotipadas y al limitar a las mujeres a puestos reputados como femeninos dentro de las salas de redacción, la prensa escrita juega un papel importante en la continuación de desigualdades de género y sociales. 

Finalmente, el discurso mediático fomenta la construcción de una opinión pública, a la cual se asocia una verdadera identidad social. El discurso mediático legitima y forma una identidad y, por consiguiente, categoriza a los individuos por género. Ahora bien, la retórica periodística, adoptada como norma de discurso informativo por la sociedad, influye ampliamente en las otras esferas públicas y privadas de la sociedad. Al igual que la instancia política, la instancia mediática permite a la identidad de las mujeres ser, o no, afirmada por la toma de palabra, gracias a una mejor visibilidad mediática y social. 

Las redes sociales apoyan los avances sociales en términos de igualdad

Credito lolaveclesconnes.fr
Credito lolaveclesconnes.fr
En Francia, se han creado numerosas páginas web para denunciar los comentarios sexistas o la falta de visibilidad de las mujeres. Entre estas páginas se encuentran Macholand, el colectivo Prenons La Une así como el Tumblr lúdico “Lolaveclesconnes”. Éstos tienen como objetivo analizar los medios de comunicación y denunciar las diferencias de trato entre los géneros. 

Al poner de relieve estas representaciones tradicionales y sexistas, dichas páginas intentan poner de manifiesto el sexismo ambiente que existe en las salas de redacción. Con la misma lógica, una página web canadiense clasifica los insultos sexistas dirigidos a las mujeres primeras ministras de las provincias de Ontario, Columbia Británica, Alberta, Terranova y Labrador y previamente de Quebec. Esta página quiere constituir una reflexión sobre el sexismo presente en política. En lo que concierne las redes sociales, el hashtag #AskHerMore ha marcado la actualidad estadounidense, estableciéndose como medio para denunciar los estereotipos cotidianos en las entrevistas periodísticas y así lograr que los periodistas pregunten a las mujeres sobre otros temas que su físico o su familia. A nivel internacional, el hashtag #HeForShe causó bastante revuelvo. Este hashtag forma parte de la campaña del organismo de las Naciones Unidas, UNWomen, y tiene por objeto sensibilizar a los hombres a la causa feminista, y dar una nueva definición del movimiento, desconocido de las nuevas generaciones. 

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