Suiza: un sistema de salud discutible

André Forissier, traducido por Fanny Lutaud
29 Janvier 2015



El 28 de septiembre del 2014, los ciudadanos helvéticos dieron su opinión durante la famosa votación sobre el establecimiento de la caja de enfermedad única de Estado. Mientras la Suiza francesa votó en favor del texto, la Suiza alemana rechazó la iniciativa. Este evento representativo de las discusiones sobre el sistema de salud del pequeño país de los Alpes reactivó un antiguo debate.


Crédito DR
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Concordia, Helsand, Sanitas, Vaudoise… Son cuatro de las sesenta y un cajas de enfermedad privadas que existen actualmente en la Confederación suiza. La iniciativa presentada el 28 de septiembre del 2014 por el Partido Socialista Suizo (PSS), que fue rechazada a nivel federal, proponía una simplificación del sistema con la creación de una caja única de Estado.

Atención médica de alta calidad

¿Por qué, entre el 1 de febrero del 2011 y el 23 de mayo del 2012, más de 100 000 ciudadanos suizos decidieron solicitar la creación de una caja de salud única de Estado?
Y sin embargo, la calidad de la atención médica es excelente en la Confederación. Por ejemplo, los suizos ocupan el segundo lugar mundial de las personas con la esperanza de vida más alta. Las mujeres helvéticas pueden esperar vivir hasta los 85 años, mientras que sus compatriotas masculinos viven en promedio 80,7 años. Según investigaciones de las Naciones Unidas, hechas en 2013, la pequeña nación incluso ocupa el tercer lugar de los países más felices del mundo. Todo parece incitar a instalarse en Suiza y pasar sus últimos días respirando el aire vivificante de las montañas del pequeño pueblo del cantón del Valais de Zermatt (suroeste), o en los viñedos cultivados en terrazas a orillas del pacífico lago Leman.

Además, los equipamientos médicos son de última tecnología y el número de hospitales es muy elevado. Así, hay 298 hospitales por ocho millones de habitantes. Aún mejor, Suiza cuenta con joyas de la industria farmacéutica y de la salud. Los laboratorios Roche y Novartis son ambos originarios de Basilea (noroeste), la tercera ciudad más importante del país. 

Sin embargo, el país poliglota ha caído en picado en la evaluación sobre la calidad de los sistemas de salud de cada país del mundo, realizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La nación alpina ocupa difícilmente el vigésimo lugar, mientras que Francia, tan criticada del otro lado del Jura, se posiciona en primer lugar del estudio internacional.

Un coste de la salud exorbitante

Esta clasificación no solo toma en cuenta la calidad de la atención médica. También se interesa en el acceso financiero a dicho servicio. Puesto que en Suiza el coste de la vida es muy elevado (Zúrich siendo la ciudad más cara del mundo para un expatriado según la empresa Mercer), la atención médica es particularmente cara. 

Fiona, una estudiante de 26 años que vive en el cantón de Friburgo atestigua: “Hasta mis 25 años, pagaba 290 francos al mes (aproximadamente 240 €). Así que cada año yo pagaba casi 3 500 francos (aproximadamente 2 900 €) a pesar de que yo ya era estudiante y mi familia no me ayudaba financieramente.” Sin embargo, la joven friburguesa añade: “Ahora, tengo más de 25 años y estoy en la categoría de las personas que ganan poco. Al mes, solo pago 62 francos (aproximadamente 51 €). Anualmente cotizo por un total de aproximadamente 750 francos (casi 615 €)”.

Este importe que se paga todos los meses se llama una prima. Pero cualquiera que sea el monto de esta prima, siempre queda una franquicia. Fiona explica: “Tengo así una franquicia de 1 500 francos (aproximadamente 1 250 €). La caja de enfermedad no me reembolsa nada por debajo de este monto. Por eso es injusto, puesto que los ricos pueden ir al médico más frecuentemente”.

Fue para protestar contra las primas, que consideran demasiadas elevadas, que más de 100 000 ciudadanos suizos estamparon su firma entre el 1ero de febrero del 2011 y el 23 de mayo del 2012, para solicitar una iniciativa popular federal sobre el establecimiento de una caja de enfermedad única de Estado.

Suiza ha adoptado un sistema de democracia semi-directa. Eso significa que el pueblo elige a sus representativos, pero también decide de su propio futuro pidiendo la organización de escrutinios, durante los cuales da su opinión. Dichas elecciones son apremiantes, puesto que los parlamentarios y los otros cargos electos deben tener en cuenta los resultados.

Una votación pide la modificación de la Constitución. Así, la que tuvo lugar el 28 de septiembre del 2014 proponía modificar el artículo 117 de la Constitución federal, que decide sobre el seguro de enfermedad y el seguro de accidente, y pedía que se añadiera la frase siguiente: “el seguro de enfermedad es administrado por una institución nacional única de derecho público”.

El escrutinio de septiembre es la cuarta votación que se ha organizado sobre este tema desde 1994, lo que prueba que el sistema de salud provoca debates intensos. Unos veinte años atrás, con la idea de un “seguro de enfermedad sano”, el PSS luchaba para fijar las primas según las capacidades financieras de los asegurados. En 2003, el PSS otra vez dio origen a la iniciativa “por la salud a un precio abordable” y pedía de nuevo que las primas fueran en función de los ingresos, de la fortuna y de las cargas familiares. Por fin, la votación que tuvo lugar el 11 de marzo del 2007 proponía “una caja de enfermedad única y social” en la cual las primas hubieran sido calculadas “en función de la capacidad económica de los asegurados”. En cada ocasión, el pueblo suizo se pronunció masivamente en contra de estas reformas.

Los partidarios del “sí” en la votación del 2014, como Fiona, criticaban además los importes pagados por las cajas privadas en las campañas de publicidad hechas para atraer a los asegurados. La joven suiza subraya que “las cajas gastan fortunas en esta comunicación, es dinero que se pierde en el reembolso de la atención sanitaria.” Pierre-Yves Maillard, miembro del PSS y consejero de Estado del cantón de Vaud (región de Lausana) señala que estos eventos cuestan por lo menos 350 millones de francos (290 millones de euros) cada año.
Los que están en favor de la reforma del sistema de salud, como el socialista del cantón del Valais Stéphane Rossini, ponen de relieve su ilegibilidad. Existen asi 300 000 primas el día de hoy en Suiza, y los precios pueden duplicarse de un cantón a otro.

Por último, Mathieu Fleury, presidente de la Federación Romana de Consumidores (FRC) denuncia “una concurrencia que no funciona. Unos seguros disuaden a pacientes con graves patologías”. Solo el seguro principal es obligatorio. El complementario de salud es opcional. Algunos dicen que las cajas privadas solo proponen el complementario a los asegurados en  buen estado de salud. Pierre-Yves Maillard subraya así que el 70% de los gastos de Helsand y de sus sesenta rivales son producidos por solo el 10% de sus clientes. La friburguesa Fiona confirma: “Una persona que tuvo cáncer o cualquier otra patología grave a menudo es rechazada por una nueva caja de seguros de enfermedad. Esta persona no puede cambiar y se queda entonces en la caja donde pagaba su prima antes. Esta caja se ve obligada a aceptar las condiciones de su asegurador, que pueden cambiar cada año”.

En cuanto a los detractores de la iniciativa, como el partido populista Unión Democrática del Centro (UDC) o el Partido Liberal Radical (PLR, centro), se jactan de las ventajas de la concurrencia y de la economía de mercado que obligan a las 61 cajas a ofrecer, según ellos, las mejores prestaciones posibles.

Incluso estiman que aquella reforma acarrearía una estatización poderosa así como una economía de tipo socialista. La creación de una caja única pública daría origen a largas esperas para percibir los reembolsos, y pondría en peligro el islote de prosperidad que es Suiza dentro de una Europa en crisis. Su establecimiento costaría no menos de dos millones de francos (1,65 millones de euros) y sería un peligro para las finanzas públicas. Así, en 2014, la deuda pública helvética solo era del 35,4% del Producto Interior Bruto (PIB). Aceptar este nuevo sistema de salud sería como unirse a los países vecinos sobreendeudados que son Austria (74,5% del PIB), Alemania (76,9% del PIB), Francia (92,2% del PIB) e Italia (132,6% del PIB).

Al final de una campaña intensa, por la noche del 28 de septiembre del 2014, el 61,8% de los suizos así como 16 cantones y 6 semi-cantones rechazaron la iniciativa popular federal iniciada por el PSS.

Suiza francesa contra Suiza alemana: el fenómeno del Röstigraben

Aunque Suiza haya rechazado esta iniciativa a nivel nacional, particularidades emergen a nivel local. Los electores de los tres cantones centrales de Uri, Nidwald y Schwyz, que se unieron en 1921 para crear la Confederación, rechazaron el texto con más del 66% de los sufragios. El cantón muy rural de los Appenzell Rhodes-Intérieures (noreste) dijo « no » a la propuesta del PSS con un 81,7% de los votos. Estos últimos, de lengua alemana, reflejan a los demás cantones germánicos que rechazaron la caja única pública. Solo los ciudadanos que votaron en Bâle-Ville salvaron el “sí” de la humillación en Suiza alemana. En efecto, un 45% de ellos dieron su confianza al texto.

En cuanto a los cuatro cantones que votaron por la iniciativa del PSS, se sitúan todos en Romandía (oeste), o sea en Suiza francesa. El Jura, así como los cantones de Ginebra, Neuchâtel y Vaud, votaron al 57,3% por la caja única pública. En lo que concierne los cantones bilingües de Friburgo y del Valais, el “sí” obtuvo respectivamente el 49,7% y el 33% de los sufragios. Allí también, disparidades aparecieron. En el cantón de Friburgo, los municipios franceses votaron en favor del proyecto al 54%. La decisión masiva de escoger el “no” (65%) de los germánicos fue la que hizo caer el territorio en el campo del “no”. Solo el cantón romano del Valais, francés a un 70%, no quiso la reforma del sistema de salud. Los valesanos que fueron a las urnas dijeron “no” al 67%.

Una vez más, el röstigraben (la barrera del Rösti en español) surtió efecto. El rösti es en realidad una especialidad culinaria que viene de Suiza alemana. Se ha exportado a todo el país y McDonald’s incluso creó los “rösti fries” para adaptarse a los gustos del consumidor helvético. Se supone que la expresión, que no carece de sentido, demuestre las discrepancias políticas entre franceses y germánicos. Ya en 2009, el röstigraben había golpeado durante la famosa votación sobre la prohibición de los minaretes. A nivel federal, cuatro cantones habían rechazado la prohibición de estos elementos arquitecturales. Tres de ellos eran franceses (Ginebra, Neuchâtel y Vaud) mientras que todos los cantones germánicos, con la excepción de Bâle-Ville, votaron para impedir la construcción de los minaretes. Los romanos votan más a la izquierda que el resto del país.

En lo que concierne la votación de septiembre del 2014, algunos analistas estiman que no hay que buscar únicamente en las diferencias culturales para explicar el resultado entre Romandía y la Suiza alemana. En efecto, las primas son más bajas en la segunda.

Sea lo que sea, después de los resultados, Pierre-Yves Maillard propuso la instauración de una caja pública única romana o de cajas públicas cantonales. El PLR hizo saber su desacuerdo con este proyecto de inmediato, criticando el establecimiento de una democracia a la carta.

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